Evolución de la marcha y la carrera.
La adquisición de la marcha constituye, según Rigal (1987), la última
etapa importante del desarrollo motor porque confiere al niño autonomía en sus
desplazamientos y el poder de descubierta activa de su entorno. Necesita el
control del equilibrio en la posición vertical asociada a un tono de
mantenimiento elevado en los músculos extensores (antigravitatorios), a la
coordinación de movimientos alternados de los miembros inferiores y a la
adquisición de una fuerza suficiente para mantener temporalmente el peso del
cuerpo sobre una pierna.
La locomoción evoluciona según fases ordenadas que atraviesan la mayoría
de los niños, aunque en momentos variables dentro de un rango de normalidad.
Gesell y Ames (1940) establecen una lista de 23 estadios en la
adquisición de la marcha que reagrupan en 4 ciclos. Estas fases ilustran las
etapas lentas y progresivas de las transformaciones posturales necesarias para
la adquisición final de la posición de en pie y de la locomoción y aparecen,
según estos autores, en todos los niños.
1. En el curso del 1er ciclo, la flexión bilateral de los brazos y
de las piernas desaparece progresivamente para hacer sitio a la flexión
unilateral de los miembros..
2. Durante este ciclo aparece la extensión bilateral de los brazos y
la extensión-flexión bilateral de las piernas con la coordinación de
movimientos de los miembros opuestos.
3. En el ciclo tercero el niño
comienza a reptar.
4. El ciclo final se
caracteriza por la extensión del tronco, la posición en pie y la adquisición de
la marcha.
El dominio de la posición vertical y de la locomoción depende del
control del equilibrio estático y dinámico que descansa sobre las
informaciones visuales, laberínticas y plantares. La facilidad de desplazamiento
se traduce por la utilización decreciente de los brazos en el mantenimiento del
equilibrio y por la reducción del cuadrilátero de sustentación.
Hacia los 9-10 meses el niño puede dar algunos pasos cuando es sostenido
por las axilas, dando la impresión de estar siempre buscando su centro de
gravedad. Progresivamente, la longitud y la anchura de los pasos se uniforman,
lo que produce una marcha más ligada. A los cuatro años, la marcha del niño se
parece a la del adulto y su paso es rítmico y balanceado.
La edad media de la marcha difiere poco entre los niños (13,4 meses) y
las niñas (13,6 meses).
·
La carrera.
La carrera necesita la coordinación de los movimientos de los brazos y
de las piernas, la intervención de los músculos agonistas y antagonistas así
como una fuerza suficiente para recibir el peso del cuerpo sobre una pierna después
del empuje de la otra; incluye una fase de vuelo en el curso de la cual no hay
contacto con el suelo. El niño comienza a correr después de los 2 años, pero
tiene todavía muchas dificultades en pararse bruscamente o en girar. Después de
los 4 años aparecen grandes progresos y un mejor control de la partida, de la
parada y de los cambios de dirección, lo que permite utilizar la carrera en el
juego.
La velocidad pasa desde cerca de 4 metros/segundo en los cinco años a
más de 6 metros/segundo en los 12 años. El aumento de la taIta y de la fuerza
influye particularmente en la velocidad de la carrera.
Evolución del salto.
El salto se caracteriza por un período de vuelo, que resulta del impulso
de una de las dos piernas, seguido de la recepción en el suelo sobre una o las
dos piernas. En el salto a la pata coja la pierna de impulso queda también como
pierna de recepción (Rigal, 1987).
La aparición del salto se produce en forma de un paso hacia abajo cuando
el niño sale del último escalón de una escalera, con una fase muy corta de
vuelo. Según Gesell, hacia los 4 años, el niño hace un salto de 20 a 25 cm de
largo, llega a cerca de 90cm a los 5 años y progresa al ritmo de
alrededor de 10-11 cm por cada año que sigue.
Evolución de los lanzamientos y recepciones.
Este gesto exige fuerza y precisión y, para ser verdaderamente eficaz,
requiere una coordinación elevada de las diferentes partes del cuerpo que
intervienen: brazos, tronco, piernas. El lanzamiento mejora a medida que el
niño imprime una velocidad cada vez mayor al objeto antes de lanzarlo. La
velocidad máxima depende de la coordinación entre la intervención de la pierna
opuesta al brazo lanzador y el transporte del peso del cuerpo del talón hacia
la puntera, de la rotación del tronco en el curso del lanzamiento y del armado
del brazo lanzador hacia atrás.
Según Rigal, podemos distinguir etapas en la evolución del lanzamiento:
1. El primer
estadio, entre los dos y los tres años, está caracterizado por un lanzamiento
en que los movimientos del brazo y del tronco se hacen en un plano antero
posterior, quedando los pies fijos en el suelo.
2. En un
segundo estadio, entre los tres y ¡os cinco años, los pies quedan siempre fijos
en el suelo pero el niño efectúa una rotación del tronco para preparar el
lanzamiento.
3. En el
tercer estadio, entre los cinco y los seis años, el niño da un paso hacia
delante con el pie del lado de la mano lanzadora.
4. El niño
accede al cuarto estadio hacia los seis o siete años. Los miembros inferiores
intervienen en oposición con los miembros superiores. El peso del cuerpo está
colocado a la derecha durante la preparación y transferido sobre la pierna
izquierda, contra lateral, avanzada durante la fase final lo que entraña así
una aceleración del movimiento del brazo.
En cualquier edad, aunque se mejore, la performance de las niñas se
mantiene inferior a la de los niños; la mayoría de ellas llevan tardíamente el
tercer estadio que muchas no sobrepasan por falta de entrenamiento.
Esta actividad representa uno de los gestos más difíciles de dominar por
el niño e incluso por algunos adultos. A los elementos particulares de coordinación
se añaden los factores espaciotemporales de apreciación de la velocidad y de la
trayectoria que el niño debe tener en cuenta en la preparación de su gesto (el
tiempo de reacción: intervalo de tiempo que transcurre entre la presentación de
un estímulo al que está vinculada una respuesta, y el comienzo de la respuesta
más rápida posible del sujeto) a los que se suma el tiempo requerido para dar
una respuesta muscular. Estos tiempos son dos veces más elevados para un niño
de cinco años que para un adulto, lo que explica las dificultades que el niño
encuentra para coger un balón lanzado demasiado cerca.
Atrapar un objeto en desplazamiento exige:
-
La posibilidad de su
persecución ocular.
-El desplazamiento del sujeto para adaptarse a la velocidad y a la
trayectoria del objeto.
-La preparación de la posición de las diferentes partes del miembro
superior para atrapar el objeto.
-La amortiguación de su impacto para evitar que rebote y caiga.