Ruiz indica que existen una serie de normas o aspectos generales en la
evolución de la motricidad:
1. Que existen leyes[1]
que rigen el proceso de desarrollo motor: Ley céfalo-caudal y Próximo-distal.
La primera afirma que el control del movimiento evoluciona desde los segmentos
próximos a la cabeza hasta los más alejados de ella, respecto al eje corporal;
la segunda, asevera que el control del movimiento evoluciona desde los
segmentos próximo a la columna hacia los distales.
2. Que existe una evolución en la organización de las conductas: de poco
organizadas a muy organizadas.
3. Que existen fases sensibles y periodos críticos. Existen determinados
momentos en el desarrollo de funciones específicas que resultan más favorables
para realizar determinados aprendizajes.
4. Que existen etapas evolutivas o estadíos, con una secuencia progresiva y
dinámica cuyo orden no varía. Vamos a verlas a continuación.
Diferentes autores han establecido la existencia de una serie de etapas
evolutivas en el Desarrollo motor, desde el nacimiento hasta la vejez. En
ellas, según Ruiz, se evoluciona desde conductas motrices poco organizadas y
muy generales hasta conductas motrices altamente especializadas e individuales.
La motricidad neonatal, corresponde a los primeros momentos de vida, se
caracteriza por un fuerte predominio de la motricidad refleja, así como por la
existencia de una motricidad muy burda y muy poco o nada orientada hacia la
consecución de una finalidad concreta. Durante
la etapa neonatal se distingue, además de las conductas motrices reflejas
(Succión, Moro, Agarre), la existencia de unos comportamientos motores pasivos
(caracterizados por su abundancia, difusión y falta de integración, y
originados por estímulos visceroceptivos) y de unos comportamientos motores de
tipo localizado (que son respuestas segmentarias generalmente rítmicas y no
dotadas de finalidad aparente). (días a meses)
Posteriormente, y a lo largo de los primeros meses de vida, se
evoluciona hacia unas conductas motrices rudimentarias, aunque más organizadas
que las anteriores: tránsito de la
motricidad refleja hacia la voluntaria. (meses)
A partir de los 2 y hasta los 6 años de edad se va construyendo lo que
se ha venido a llamar la etapa de la motricidad básica, caracterizada por la
adquisición de las Habilidades Motrices Básicas o movimientos fundamentales.
Esta motricidad básica será el punto de partida sobre el que se estructurará la
futura capacidad humana de generar conductas motrices. Así, durante esta etapa,
se adquieren y mejoran progresivamente
los patrones de la marcha, la carrera, el salto, los giros, el lanzamiento, la
recepción, el golpeo, etc.
Durante las etapas posteriores, se da de forma progresiva un
enriquecimiento afinamiento e individualización de la respuesta motriz del
individuo (a partir de las HMB). Se adquieren y se perfeccionan las Habilidades
Motrices Específicas y Especializadas. El desarrollo de las capacidades físicas
fomenta la ejecución de las tareas motrices en general y favorece la iniciación
y la práctica deportiva.
[1] Las numerosas observaciones hechas en los recién nacidos y en los niños
así como en los animales indican que la organización del control de los actos
motores sigue una doble dirección céfalo-caudal y próximo-distal. Por otra
parte, la motilidad pasa de respuestas musculares globales a respuestas
musculares locales y diferenciadas. La organización céfalo-caudal del
control muscular indica que afecta en principio a las partes del cuerpo
próximas a la cabeza y gana progresivamente a las que están próximas a la
pelvis. La organización próximo-distal del control muscular hace que la
evolución del control de los movimientos en los miembros vaya de su parte
proximal (próxima a la raíz del miembro) hacia su parte distal (alejada del
cuerpo).
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