lunes, 11 de marzo de 2019

¿Cómo se produce la evolución de las Habilidades Motrices?


Evolución de la marcha y la carrera.

  • La marcha

La adquisición de la marcha constituye, según Rigal (1987), la última etapa importante del desarrollo motor porque confiere al niño autonomía en sus desplazamientos y el poder de descubierta activa de su en­torno. Necesita el control del equilibrio en la posición vertical asociada a un tono de mantenimiento eleva­do en los músculos extensores (antigravitatorios), a la coordinación de movimientos alternados de los miembros inferiores y a la adquisición de una fuerza suficiente para mantener temporalmente el peso del cuerpo sobre una pierna.

La locomoción evoluciona según fases ordenadas que atraviesan la mayoría de los niños, aunque en momentos variables dentro de un rango de normalidad.

Gesell y Ames (1940) establecen una lista de 23 estadios en la adquisición de la marcha que reagru­pan en 4 ciclos. Estas fases ilustran las etapas lentas y progresivas de las transformaciones posturales nece­sarias para la adquisición final de la posición de en pie y de la locomoción y aparecen, según estos autores, en todos los niños.

1.    En el curso del 1er ciclo, la flexión bilateral de los brazos y de las piernas desaparece progresivamente para hacer sitio a la flexión unilateral de los miembros..

2.    Durante este ciclo aparece la extensión bilateral de los brazos y la ex­tensión-flexión bilateral de las piernas con la coordinación de movimientos de los miembros opuestos.

3.   En el ciclo tercero  el niño comienza a reptar.

4.    El ciclo final  se caracteriza por la extensión del tronco, la posición en pie y la adquisición de la marcha.

El dominio de la posición vertical y de la locomoción depende del control del equilibrio estático y di­námico que descansa sobre las informaciones visuales, laberínticas y plantares. La facilidad de desplaza­miento se traduce por la utilización decreciente de los brazos en el mantenimiento del equilibrio y por la reducción del cuadrilátero de sustentación.

Hacia los 9-10 meses el niño puede dar algunos pasos cuando es sostenido por las axilas, dando la im­presión de estar siempre buscando su centro de gravedad. Progresivamente, la longitud y la anchura de los pasos se uniforman, lo que produce una marcha más ligada. A los cuatro años, la marcha del niño se parece a la del adulto y su paso es rítmico y balanceado.

La edad media de la marcha difiere poco entre los niños (13,4 meses) y las niñas (13,6 meses).

·      La carrera.

La carrera necesita la coordinación de los movimientos de los brazos y de las piernas, la intervención de los músculos agonistas y antagonistas así como una fuerza suficiente para recibir el peso del cuerpo so­bre una pierna después del empuje de la otra; incluye una fase de vuelo en el curso de la cual no hay contac­to con el suelo. El niño comienza a correr después de los 2 años, pero tiene todavía muchas dificultades en pararse bruscamente o en girar. Después de los 4 años aparecen grandes progresos y un mejor control de la partida, de la parada y de los cambios de dirección, lo que permite utilizar la carrera en el juego.

La velocidad pasa desde cerca de 4 metros/segundo en los cinco años a más de 6 metros/segundo en los 12 años. El aumento de la taIta y de la fuerza influye particularmente en la velocidad de la carrera.

Evolución del salto.

El salto se caracteriza por un período de vuelo, que resulta del impulso de una de las dos piernas, se­guido de la recepción en el suelo sobre una o las dos piernas. En el salto a la pata coja la pierna de impulso queda también como pierna de recepción (Rigal, 1987).

La aparición del salto se produce en forma de un paso hacia abajo cuando el niño sale del último esca­lón de una escalera, con una fase muy corta de vuelo. Según Gesell, hacia los 4 años, el niño hace un salto de 20 a 25 cm de largo, llega a cerca de 90cm a los 5 años y progresa al ritmo de alrededor de 10-11 cm por cada año que sigue.

 Evolución de los lanzamientos y recepciones.

  • El lanzamiento.

Este gesto exige fuerza y precisión y, para ser verdaderamente eficaz, requiere una coordinación ele­vada de las diferentes partes del cuerpo que intervienen: brazos, tronco, piernas. El lanzamiento mejora a medida que el niño imprime una velocidad cada vez mayor al objeto antes de lanzarlo. La velocidad máxi­ma depende de la coordinación entre la intervención de la pierna opuesta al brazo lanzador y el transporte del peso del cuerpo del talón hacia la puntera, de la rotación del tronco en el curso del lanzamiento y del ar­mado del brazo lanzador hacia atrás.

Según Rigal, podemos distinguir etapas en la evolución del lanzamiento:

1.    El primer estadio, entre los dos y los tres años, está caracterizado por un lanzamiento en que los movi­mientos del brazo y del tronco se hacen en un plano antero posterior, quedando los pies fijos en el suelo.
2.    En un segundo estadio, entre los tres y ¡os cinco años, los pies quedan siempre fijos en el suelo pero el niño efectúa una rotación del tronco para preparar el lanzamiento.
3.    En el tercer estadio, entre los cinco y los seis años, el niño da un paso hacia delante con el pie del lado de la mano lanzadora.

4.    El niño accede al cuarto estadio hacia los seis o siete años. Los miembros inferiores intervienen en oposición con los miembros superiores. El peso del cuerpo está colocado a la derecha durante la pre­paración y transferido sobre la pierna izquierda, contra lateral, avanzada durante la fase final lo que entraña así una aceleración del movimiento del brazo.

En cualquier edad, aunque se mejore, la performance de las niñas se mantiene inferior a la de los niños; la mayoría de ellas llevan tardíamente el tercer estadio que muchas no sobrepasan por falta de entrenamiento.

  • La recepción.

Esta actividad representa uno de los gestos más difíciles de dominar por el niño e incluso por algunos adultos. A los elementos particulares de coordinación se añaden los factores espaciotemporales de apreciación de la velocidad y de la trayectoria que el niño debe tener en cuenta en la preparación de su gesto (el tiempo de reacción: intervalo de tiempo que transcurre entre la presentación de un estímulo al que está vinculada una res­puesta, y el comienzo de la respuesta más rápida posible del sujeto) a los que se suma el tiempo requerido para dar una respuesta muscular. Estos tiempos son dos veces más elevados para un niño de cinco años que para un adulto, lo que explica las dificultades que el niño encuentra para coger un balón lanzado demasiado cerca.

Atrapar un objeto en desplazamiento exige:

-          La posibilidad de su persecución ocular.
-El desplazamiento del sujeto para adaptarse a la velocidad y a la trayectoria del objeto.
-La preparación de la posición de las diferentes partes del miembro superior para atrapar el objeto.
-La amortiguación de su impacto para evitar que rebote y caiga.

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