El término maduración designa, según Rigal (1987), el “proceso fisiológico genéticamente determinado,
propio de la especie, durante el cual una célula o un órgano alcanza su
desarrollo completo en condiciones ambientales normales”. Aunque se verá
influido por factores ambientales.
La noción de maduración fue aplicada por Gesell (1929) al desarrollo en
un orden determinado de un organismo sin la intervención de un estímulo externo
conocido. Esta evolución es la que hace funcionales al organismo o a la célula.
La maduración no depende directamente de la edad cronológica del sujeto, por el
contrario, determina su edad fisiológica.
La evolución de la maduración y su acción sobre el control motor ha dado
lugar a profundos debates. Para Coghill (1929), el todo domina y organiza el
desarrollo de las partes, que pasan por un proceso de individualización regido
por este todo. Anokhin considera por el contrario que un sistema funcional
resulta de una serie de interconexiones entre diferentes estructuras y
representa la etapa final.
Reconociendo la importancia del aprendizaje, Gesell (1929) considera que
“a partir de la concepción, el
desarrollo se prosigue etapa por etapa, según una secuencia ordenada, en que
cada una representa un grado o un nivel de madurez: existe un predeterminismo
genético, principio de los modelos anatómicos, fisiológicos y comportamentales
específicos de la especie con variaciones interindividuales”. “La maduración de centros nerviosos resulta
de cambios internos de la neurona, de la mielinización de los axones de la
mayoría de las neuronas y del aumento del número de sinapsis que resultan de
una multiplicación de las dendritas”.
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