lunes, 19 de noviembre de 2007

EFECTOS DEL EJERCICIO FÍSICO SOBRE LA DIABETES

El Ejercicio Físico debe ser contemplado como un pilar fundamental en el tratamiento de la diabetes. Esta afirmación, que es conocida por todos (aunque no siempre se le dé la importancia que merece, y se ponga todo el empeño necesario para su realización), se basa en los muchos efectos beneficiosos que el Ejercicio Físico tiene sobre todas las personas, y, por supuesto, también sobre la persona con diabetes, pudiendo asegurar que sobre ésta, los beneficios son todavía mayores.

Durante la primera fase del ejercicio físico, aproximadamente los primeros veinte minutos, la energía necesaria se obtiene del consumo de glucógeno muscular. Este consumo no depende de la insulina, ya que el glucógeno muscular está depositado en el interior de la célula, por lo que tampoco se producirá un descenso de la glucemia.

A partir de los 20 minutos, aproximadamente, y tras el consumo del glucógeno muscular, comienza la utilización de glucosa sanguínea como fuente de energía. Es entonces cuando comienza a descender la glucemia, empezando a segregarse glucagón, que produce la movilización y transformación del glucógeno hepático, con lo cual se produce una reposición de la glucosa por el hígado.transferencia de energia del higado al musculo

Conforme el ejercicio se prolonga en el tiempo, o aumenta en intensidad, comienza la utilización de la grasa como fuente de energía; uso que es mucho más intenso a partir de la segunda hora de ejercicio físico (aunque este plazo es menor cuanto más intenso es el ejercicio) pudiendo dar lugar a posible hiperglucemia, e incluso a cetosis (aparición de cuerpos cetónicos).

Una vez finalizado el ejercicio físico tiene lugar la reposición de las reservas de glucógeno consumidas (tanto hepático como muscular), por lo que continua la demanda de glucosa en toda esta fase de recuperación. Fase que puede durar varias horas.

Durante el ejercicio, en la persona sin diabetes, la secreción de insulina es baja y la de glucagón está aumentada, a fin de evitar la aparición de hipoglucemias. En el diabético, la cantidad de insulina no se modifica, la sensibilidad de la célula muscular a la captación de glucosa está aumentada y el músculo recibe de 3 a 4 veces más glucosa, siendo este efecto prolongado, por lo que se pueden presentar hipoglucemias hasta varias horas después de la realización de un ejercicio físico.

Estos efectos sobre la glucemia que tienen lugar en la persona sin diabetes no siempre suceden de la misma manera en los diabéticos, aunque será preciso diferenciar si el diabético está o no bien controlado, y si el ejercicio es imprevisto o se realiza de manera habitual (entrenamiento).


Efecto del ejercicio físico agudo en diabéticos bien controlados

Cuando el control de la diabetes es bueno significa que existen niveles suficientes de insulina. Si es así, el músculo capta glucosa de la circulación, los ácidos grasos libres y los cuerpos cetónicos aumentan discretamente, como en las personas no diabéticas, y el glucagón y las demás hormonas de contrarregulación se mantienen más o menos normales. El resultado final es una progresiva disminución de la glucosa sanguínea.


Efecto del ejercicio agudo en los diabéticos mal controlados

Cuando la glucemia es excesivamente alta y existen cantidades significativas de cuerpos cetónicos como consecuencia de concentraciones bajas de insulina, la actividad física aguda tiene efectos diferentes del caso anterior. En estas circunstancias, los cuerpos cetónicos y los ácidos grasos libres aumentan rápidamente en la circulación, las hormonas de contrarregulación (glucagón y catecolaminas) se incrementan igualmente, el hígado acelera la transformación de glucógeno hepático en glucosa, y el músculo no es capaz de captar la glucosa de la circulación para su consumo. La consecuencia final es que la glucemia no sólo no desciende, sino que incluso aumenta mucho, y puede aparecer acetona.


Influencia de la actividad física sobre la insulina

Por lo que se acaba de exponer, es evidente que los diabéticos compensados van a consumir cantidades importantes de glucosa durante el ejercicio y, si se están inyectando habitualmente insulina, deberán tomar las precauciones adecuadas para evitar la hipoglucemia. Estas precauciones se resumen en disminuir la dosis de insulina, o aumentar la ingesta de hidratos de carbono durante el ejercicio físico, o ambas cosas. Responder de una manera precisa en relación a cuántos hidratos de carbono deben tomarse de forma suplementaria, o bien cuanta insulina hay que reducir es muy difícil de cuantificar aquí porque depende de varios factores, entre ellos la glucemia inicial, el entrenamiento, la duración e intensidad del ejercicio y el estrés durante el mismo.

Lo que sí es conocido y es necesario tener en cuenta, es que la inyección de insulina previa a un ejercicio físico debe realizarse en una zona que no va a ser ejercitada intensamente, para evitar un incremento en la rapidez de su absorción debido al aumento de la circulación en la zona ejercitada, y así disminuir el riesgo de la hipoglucemia.

De cualquier forma esta recomendación únicamente tiene razón de ser cuando el ejercicio se realiza inmediatamente después de la inyección. El ejercicio no afecta a la absorción de la insulina rápida cuando han transcurrido 30-40 minutos después de la inyección, y tampoco afecta a la insulina intermedia (NPH) transcurridas 2-2,5 horas desde la inyección.

Efecto del entrenamiento sobre el metabolismo de la glucosa

Desde hace años se sabe que personas no diabéticas entrenadas tienen una secreción de insulina que es netamente inferior a la de los individuos no entrenados. Este hecho traduce un importante aumento de la sensibilidad de los tejidos a la insulina como consecuencia de un incremento significativo en el número de los receptores a la insulina, por lo que con menos cantidad de ella se obtiene el mismo efecto.

Más tarde se comprobó que personas obesas no diabéticas, cuando eran sometidas a un proceso de entrenamiento (realización de ejercicio físico de forma regular, constante y continuada) también mostraban un aumento de la sensibilidad a la insulina segregada por su páncreas.

Estos mismos fenómenos se producen en las personas con diabetes; así, en adultos con cifras de hiperglucemia moderada se ha podido comprobar que la instauración de un programa de ejercicio físico produce una espectacular mejoría en su tolerancia a la glucosa, con normalización de su glucemia.

Además de estos efectos, la realización de ejercicio físico de manera habitual (entrenamiento) modifica la capacidad de utilizar la energía en el músculo, estando incrementada de forma significativa la captación de glucosa por éste, de manera que el músculo es capaz de captar hasta 3-4 veces más glucosa sanguínea.

Todos estos datos permiten asegurar que la realización de ejercicio físico de forma habitual y constante es muy importante en la diabetes tipo 1, y que es algo fundamental en la tipo 2.

(Fuente: José Antonio Saz Franco. Asesor médico de Adezaragoza).

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