lunes, 19 de noviembre de 2007

EL EJERCICIO FÍSICO PROPORCIONA SALUD


El ejercicio físico, practicado de forma regular, proporciona un buen estado de salud y su efecto beneficia a todos los sistemas corporales, no sólo al corazón y los músculos sino también a los huesos, los intestinos y el cerebro. El ejercicio intensifica, así mismo el bienestar emocional, evita que se gane peso y la obesidad, al tiempo que reduce el riesgo de contraer en el futuro enfermedades cardiovasculares degenerativas, como la osteoporosis.

El cuerpo humano sin duda de adapta mejor al movimiento que a la inactividad. Actualmente, los expertos en fisiología dan por sentado que el debilitamiento del cuerpo, propio del envejecimiento y considerado exterior e inevitable, se debe en gran medida a que, con el paso de los años, la mayoría de las personas olvida ejercitar el cuerpo, que termina por anquilosarse. Más del 40 por ciento de hombres y más del 80 por ciento de mujeres entre los cuarenta y los cincuenta años pasan la mayor parte del día sentados. Mantenerse en forma practicando ejercicio físico regular en muy beneficioso para el cuerpo ya que ayuda a prevenir los numerosos problemas de salud que derivan de la inactividad.

EL EFECTO DEL EJERCICIO FÍSICO EN EL CUERPO

La préctica de un ejercicio regular y vigoroso tiene profundas consecuencias en el cuerpo. El ejercicio mejora la circulación, fortalece el corazón, los pulmones y la musculatura, reduce las grasas corporales, desarrolla los huesos, mejora la eficiencia intestinal y regula las hormonas del sistema endocrino, al tiempo que aumenta la eficacia del cerebro y ejerce un efecto positivo en la mente y las emociones. Además, quienes lo practican conservan una complexión joven, así como una coordinación y un equilibrio buenos. El ejercicio ayuda, así mismo, a reducir el riesgo de padecer invalidez y lesiones fortuitasen una edad avanzada.

El corazón y los vasos sanguíneos

La práctica de un ejercicio físico aeróbico modifica el ritmo cardíaco, que pasa de una media, en reposo, de 60 o 70 pulsaciones por minuto (ppm) a 180 o 200 ppm. Se ha observado que el corazón de una persona que practica un ejercicio físico aeróbico regularmente bombea, tanto en reposo como en pleno ejercicio, una mayor cantidad de sangre al cuerpo, porque el ventrículo izquierdo del corazón se ensancha, disminuyendo el esfuerzo que realiza y evitando que se acelere. El ejercicio aeróbico ensancha así mismo el diámetro de las arterias y mejora el aporte de oxígeno al músculo cardíaco, reduce la presión a la que se le somete y ayuda a que trabaje de un modo más eficiente. El ritmo cardíaco de una persona aeróbicamente en forma es más lento que el de una persona que no lo está, y ello no sólo mientras dura el ejercicio sino también en reposo.

El ejercicio aeróbico aumenta así mismo la cantidad de vasos capilares presentes en los músculos, de modo que el corazón puede distribuir una mayor cantidad de sangre a los músculos activos. Este tipo de ejercicio reduce la hipertensión y los niveles altos de colesterol, factores ambos considerados de riesgo en las enfermedades cardiovasculares. Las personas activas tienen un 50 por ciento menos de posibilidades que las que llevan una vida sedentaria de padecer un infarto, y un 30 por ciento menos de padecer una embolia. El ejercicio físico ayuda también a normalizar los niveles de azúcar en la sangre y a aumentar la tolerancia a la glucosa, lo cual permite reducir el riesgo de contraer diabetes.

Los pulmones
Si bien el ejercicio anaeróbico no modifica el tamaño de los pulmones, sí maximiza la capacidad respiratoria natural del cuerpo, pues mejora el rendimiento de los músculos que intervienen en la respiración e intensifica la eficiencia respiratoria, de forma que son necesarias menos respiraciones para transportar el mismo volumen de aire. El hecho de respirar de un modo más lento y profundo es mucho más eficiente porque permite que casi todo el aire inspirado en cada movimiento respiratorio llegue a la parte de los pulmones donde se efectúa el intercambio de oxígeno y monóxido de carbono. Los especialistas piensan que el ejercicio físico, al mejorar la eficiencia pulmonar, contribuye a favorecer la longevidad (los animales, por ejemplo, con un ritmo respiratorio más lento viven más tiempo que los que tienen un ritmo más rápido). En este sentido, actualmente se estimula a las personas que padecen asma para que hagan regularmente ejercicio físico. Quienes no utilizan toda su capacidad pulmonar acaban finalmente por descubrir que ésta, cuando intentan hacer ejercicio físico, ha disminuido.

Los músculos. El ejercicio muscular hace que los músculos se adapten a satisfacer las exigencias que se les plantean. En las fibras musculares esto supone un cambio físico real, que se produce en los días que separan una sesión de ejercicio físico de otra. Cuanto más ejercicio se hace, más eficientes son los músculos que realizan ña carga de trabajo asignada. Este fenómeno se ha denominado -efecto entrenamiento-. El -efecto entrenamiento- redunda en eun aumento del tamaño de las diferentes fibras musculares que intervienen. El entrenamiento aeróbico, por ejemplo (en el que se queman las grasas para obtener energía), aumenta la capacidad de las fibras de contracción lenta, es decir, de aquellas fibras eficientes en el uso que hacen del oxígeno. El entrenamiento anaeróbico (que quema principalmente glucógeno para obtener energía) aumenta las capacidades de las fibras de contracción rápida, es decir, de aquellas fibras que utilizan el glucógeno muscular para breves pero intensas contracciones.


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